lunes, 27 de junio de 2011

La semilla

Ya no hay humanidad.

Cuando las cosas van bien, todo son sonrisas, ellas, o viriles palmadas en la espalda, ellos. Pero basta un pequeño error, para que un prestigio labrado a base de ingeniosos comentarios y chispeante espontaneidad se vaya al garete.
Yo notaba que me miraban raro. Como si hubiera descendido de ese peldaño extra en el que suelo encontrarme y estuviéramos a la misma altura, pero no terminaba de entender qué ocurría. Hasta que he ido al baño y, haciendo un poco el zoolander en el espejo, he visto que tenía una semilla negra como la noche que te dejó tu primera novia entre los dientes.
Ese maldito panecillo integral estaba bien bueno, pero supo jugar sus cartas y me ha puesto en una posición complicada. No solo porque ahora no puedo quitarme el fruto de sus entrañas, si no, sobre todo, por lo inesperado de la situación.
Cuando uno come pipas, sabe que corre un riesgo, le ve las orejas al lobo y aún así da un paso adelante, con valentía, pero esto... esto no se hace. Son bajas civiles innecesarias. Es volar todos los puentes. ¿Nadie piensa ya en los niños?

Panecillo desagradecido, hora y media de clase, y hora y media tapándome con el cartelito de la boca feliz dibujada. El cartelito de los anuncios de pasta dentífrica. El cartelito 15M para las emergencias bucodentales.

lunes, 20 de junio de 2011

El periódico

Son 38 centímetros de ancho por 57 de largo en 38 páginas divididas en 5 secciones independientes.

Cojo el periodico; Cultura se escurre por la parte de abajo y el resto de secciones, menos tímidas, se doblan hacia adelante para saludarme al modo japonés. Recoloco a Cultura y un orgulloso Deportes aprovecha la coyuntura para asomar la cabeza por encima de los demás. Con el periodico en horizontal, devuelvo a Deportes a su posición original.
Aferrando con los pulgares el meridiano del periódico, procedo a elevarlo lentamente en vertical. Leo dos titulares. Lo abro. 76 centímetros de ancho repartidos en 12 imponentes columnas me contemplan. Asombrado ante tamaño despliegue informativo, no reparo en que Economía, Deportes y Salud han decidido separarse de Cultura y Política. Intento hacerles entrar en razón, mediar entre ambas partes, pero su decisión es firme; en mi suelo se encuentran más agusto. Me resigno y dirijo mi vista a la tercera página; una interesante comparativa de centrales nucleares me espera. Comienzo a leer el artículo pero los años pesan y, tras cinco minutos, tengo calambres en los bíceps. Con los brazos extendidos parezco un cristo. El Cristo de la Noticia, que murió por tus cartas al director.
Intento retornar a los manejables 38 centímetros iniciales pero durante el giro la situación se descontrola y Cultura, con Popeye en portada guiñándome un ojo, cae al suelo seguido de la central de Chernobyl y el resto de Política. Solo la cara anterior a la portada, sostenida por mi mano izquierda, ha conseguido salvarse del desastre. Desolado, miro su contenido; El Papa, de vacaciones en Costa de Marfil, se moja los pies en la playa.