lunes, 12 de septiembre de 2011

El artista

Venga, va, a por todas, camiseta fuera, que un día es un día y hoy no llueve.
Ah, esto es vida... Notar como el Sol calienta cada parte de mi cuerpo, sentir sus rayos en las piernas, en los brazos, en el pecho, en... en... ¡los ojos! Nada, así no hay quien lea. A ver si cambiando de postura...

Bueno, ahora no tengo el cielo azul como fondo pero por lo menos me puedo recrear viendo a ese artista en acción.
¡Qué dedicación! ¡Qué encomiable abnegación! Sus ojos solo se separan de la cuartilla el tiempo necesario para fijar en su mente la figura del árbol que, con visible pasión, está dibujando.
Cómo me gustaría ser un verdadero asceta y, ajeno a las frivolidades del mundo material, gozar como él goza de la simple contemplación de un árbol y su captura en una libreta.
Qué ejemplo para todos nosotros; a pesar de que dibujar boca abajo debe ser notablemente más difícil, este buen hombre ha debido considerar que así se sentía más unido a su árbol, más en comunión con su desafiante energía y ha adoptado esa postura.
Lo único que... ¿qué hace? ¿Se está restregando contra la hierba? No entiendo, ¿será un ecologista radical?
Qué ecologista ni que vegano muerto, ¡está culeando en el verdín! ¡detrás del árbol hay una chica dormida con las piernas abiertas!

Mejor miro para otro lado no vaya a ser que me busque un problema.
Esto está mejor, un perro corriendo detrás de su dueño. Una imagen cotidiana. Inocua. Desligada de cualquier connotación perturbadora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario