lunes, 12 de marzo de 2012

El negro

Los negros molan.
Aunque a veces ponen todo su empeño en no hacerlo, ¡sombrero con pluma de faisán a juego con traje amarillo!, siguen molando.
Es una molaridad muy propia, muy negra, de nefastos resultados cuando intenta ser adoptada por blancos.
Algunos blanquitos deberían asumir que nunca van a molar con pintas de raperos. Deberían buscarse a sí mismos, encuentra tu molaridad joven blanco, para no ser un pálido reflejo de El Gran Hombre Primigenio, el hombre negro.

Tú y yo somos iguales, bro. Yo te entiendo a ti y tú me entiendes a mí. Respect.
Vaya culo tiene la fulanita, eh. A big big booty biaaach.
Nos está buscando... nos está buscando y al final nos va a encontrar. Como en los viejos tiempos. Tú y yo, uña y carne.
El humo del tabaco, ¿era tabaco, ma' nigga, era tabaco o crack? ha pasado tanto tiempo..., el humo del tabaco cubriendo el local, tan denso que respirar era como recibir puñetazos, y la rubia recorriendo las mesas, buscando los nervios, la excitación de la primera vez que se perdió. Que la perdimos.
No teníamos dinero, pero nos sobraban recursos. Recursos para emborracharlas sin alcohol, para convertir la hora andando en parte de la noche sin que, incómoda, surgiera la palabra "taxi", para que no vieran las puertas desvencijadas, las ventanas rotas o el colchón en el suelo. Teníamos recursos, ma' men, teníamos recursos...
No nos querían en la superficie, brotha, la verdad es esa, no nos querían en la superficie y nos encerrabamos en locales bajo tierra a escuchar y bailar nuestra música.

No, señor. Perdon, señor. No quería importunarle, señor. Ningún problema, señor. Ha sido una lamentable confusión, hago proposito de enmienda, señor.
¿Respect?

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