lunes, 15 de agosto de 2011

Cinco euros

Cinco euros sin consumición...
Ir entrando que voy a hacer una llamada.

Juraría que estaba en el pantalón... ¿Quizás en la chupa?
Ah, mira, lo había metido en el bolsillo de los condones.
Un momento por favor... se conoce que había un trozo de chicle y se ha pegado en el forrito, qué tontería, ¿verdad? jejeje
Aquí está, como nuevo, cinco euros como cinco soles.
Ups, que se escapa. Qué torpe estoy.
Por favor, ¿podrías levantar el pie? No, el otro. No, no, tú no, tu novia. Vaya, qué embarazoso, se ha pegado al tacón. Como quedaba un poquito de chicle... No, hombre, no, yo soy un tipo serio. Su novia tiene unos pies muy bonitos, unas piernas formidables y un tatuaje en la cara interna del muslo ciertamente sensual pero mi único afán y proposito es el de recuperar este billetito tan rebelde, entregarselo a este joven de treintaipico tan dinámico que lleva una gorrita oldschool y pasar un rato agradable bailando con está música tan juvenil y tan... popular, ¿no? Porque esto que oigo es lo que bailan en los pueblos del Peloponeso, ¿no?

Ahora sí, aquí tiene mis últimos cinco euros, todos para usted.
Pero ¿cómo mi culpa? Es usted el que ha tirado con exagerada fuerza. Yo solo lo sujetaba firmemente para que no se volviera a caer.
Mire, no vamos a discutir por un billete de cinco euros que se ha cortado ligeramente. Voy un momento a casa, le pongo un poco de celo y luego ya, si eso, vengo y se lo entrego para poder acceder a su templo de ocio musical. ¿Le parece?

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