Vivaldi puede darse por satisfecho; su memoria está siendo honrada con todas las garantías exigibles a un grupo de jubilados de entre 60 y 90 años en un estadio no muy avanzado de Parkinson.
Y, qué bien mueve los bracitos el director de orquesta. Mira, mira cómo lleva el compás y con que delicadeza entra el último Allegro siguiendo sus ordenes; ese contrabajo serio, esa flauta juguetona, esa Shakira cantando el Waka waka...
Ay madre, que no es una aportación postmoderna del director, que es el politono de una señora.
Ay, que Shakira está a punto de llegar al estribillo y el móvil sigue perdido en la infinitud del bolso.
Qué desastre, mira cómo sale la señora de la iglesia, todavía sin encontrar el móvil y con la pianista dudando si levantarse o no para hacer unos bailes sesis de cadera.
Es una pena que pasen estas cosas. No ya por la canción, que teniendo Shakira en su repertorio "Suerte", es una elección discutible, ni por el segundo violín, que tiene escrito en lo acuoso de su mirada que éste es su último concierto, si no porque esta pobre señora, por un despiste, por una nadería, por una llamada de su marido para recordarla que compre cerveza de oferta pero en botella de cristal, no de plástico que sabe peor, por un detallito de nada, decía, quede en evidencia delante de toda la congregación, la vergüenza la atenace de tal modo que no acuda a misa nunca más y, por consiguiente, acabe ardiendo en el Infierno por los siglos de los siglos.
Amén.
Muy sutil el comentario jocoso sobre la señora al principio, para luego ir subiendo de tono hasta el punto de merecer arder en el infierno cristiano.
ResponderEliminarTal vez el siguiente feligrés recuerde desconectar el sonido del móvil antes de que comiencen los allegros...
En dos días mis padres están en casa, y en 4 horas en esta parte del mundo es el cumpleaños de Takito de merluza!!
Alvaro cuenta mas cosas!!
Muchas veces he hecho esta misma reflexión... por una minucia, un "casi nada", una nimiedad... tachón.
ResponderEliminar