lunes, 28 de noviembre de 2011

La maquina prensa-botellas

Adentro. Afuera. Adentro. Afuera.
Como si fuera un partido de tenis, las cuatro personas que desde hace cinco minutos esperamos a que el anciano termine de introducir sus botellas de plástico, comprobamos como el hombre introduce una botella, la maquina la rechaza y él, inasequible al desaliento, lo vuelve a intentar.
Es un espectáculo patético, sí, pero hipnótico.

Estamos todos como en trance observando al perseverante octogenario repetir la misma acción, Adentro Afuera, sin torcer el gesto ni mostrar signo alguno de desgaste.
Hay un interés morboso por saber cuanto más tiempo seguirá probando.
El joven punki que al principio parecía que iba a gritarle algo malhumorado, ahora parece volcar con su mirada un apoyo de lucha contra el sistema.
Solo una de las mujeres, que se castiga el labio con los dientes en señal de crispación, se muestra abiertamente descontenta con la situación. Pero tampoco dice nada.

Uno podría pensar que este caballero de sienes plateadas es un simpático tozudete, una suerte de Rompetechos en carne y osteoporosis, que pone en esta empresa el mismo tesón que en su día puso en, es un suponer, el exterminio de sus enemigos en la Segunda Guerra Mundial.
Es posible, sí.
Yo me inclino más por pensar que es simplemente idiota. Y que el cristal y el plástico son materiales claramente diferentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario